Que el cuerpo envejezca, no el alma

Hay que prepararse con cuidado y esmero para la última etapa de la vida, porque al hacerlo seguiremos creciendo, madurando aunque estemos llenos de años. Pues acostumbramos a escandalizarnos cuando nos damos cuenta que hemos entrado a los TA o sea los cuarenta, cincuenta sesenta. Mas aun cuando estamos mas allá de los 60, lo cual significa entrar en los atrios de la ancianidad, senectud, vejez, tercera edad,  para muchos. Si para una gran mayoría ser viejo es a los 35 ¿imagínese que serán aquellos que doblan esa edad?

Si pensamos un momento notaremos que   la edad es relativa porque no son los años lo mas importante sino como enfrentamos esos años porque es fácil comprobar que hay ancianos jóvenes  y hay jóvenes ancianos.

La vejez  no se refiere solo a lo biológico sino que tiene aspectos psicológicos importantes. Tengamos presente que la Biblia tiene un texto citado por el apóstol Pablo en 2da Corintios 4:16 que dice :Aunque éste nuestro hombre exterior se va desgastando, el  interior no obstante se renueva de día en día, pues tener el alma arrugada es peor que tener el cuerpo arrugado.

Ciertamente nacemos, crecemos, y cuando  llegamos a la cumbre   entonces iniciamos el descenso, nuestros diversos órganos comienzan a verse afectados por el paso del tiempo, encanecemos, perdemos  visión, audición , la piel se torna débil y frágil en fin todo el cuerpo manifiesta un cambio pero esos cambios no quieren decir que nuestra vida ha llegado al fin.

El fin podríamos decir que llega cuando junto al cuerpo envejece nuestra alma, ya que es fácil comprobar que no todas las personas envejecen cuerpo y alma a la vez.

Por lo tanto no importa que los años aumenten y con ellos comiencen a llamarnos viejo, lo que si importa es que no nos llamen viejos porque el alma se encuentre arrugada.


autora
raquel demorizi

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