Escuchar es una destreza que para muchos parece imposible ya que no es igual oír que escuchar. Dentro del medio familiar es un elemento que falta frecuentemente, ya que estamos tan afanados que no dedicamos un segundo para escuchar a quienes conviven con nosotros, sin percibir que el no ser escuchado hace que se experimente una sensasión de ahogo y abandono.
Sin embargo lo contrario genera aceptación. Escuchar es sentirse cerca del corazón de quien habla; al hacerlo nos estamos comunicando, interesándonos. Slo con eso les estamos siendo útiles.
¡Cuidado! si cree que su anciano no tiene nada que comunicar, estaría en grave error. El adulto mayor, al igual que todos, necesita expresar sus sentimientos y por tanto necesita también ser comprendido. Comprobemos que escuchar no es simplemente oír palabras o decir si o no. Escuchar es estar disponibles a captar su voz, el mensaje verbal y corporal, sonidos y silencios. Es estar conciente hasta cuando esa persona cambia de tono de piel o de voz porque lo que dice le toca fuerte el corazón.
Así, con el alma puesto en ello debemos escuchar los ancianos. Quizás quieren que entendamos en su totalidad y sin juzgarlos ni amonestarlos, cuán solos se sienten, cuánto extrañan a algún familiar ausente o fallecido, cuánto extrañan sus antiguos amigos, cuato desearían asistir a un lugar que les trae añoranzas, dar un paseo, cuánto necesitan un abrazo, una caricia o un te quiero.
Quizás algo simple como desear comer un determinado alimento que no puede hacer por si mismo o puede que lo desee comer preparado por una mano especial.
¡Cuánto necesita un anciano comunicar! Es mucho mas de lo que supones. Todos debemos aprender a escuchar y hoy podemos iniciar el aprendizaje. Hacerlo es muy simple. Sólo detente, calla y dispón tu corazón para captar cada una de las palabras y movimientos que emergen de tu abuelo o de ese anciano tan nuestro que puede ser el anciano vecino, el anciano con el cual te encuentras todas las mañanas o el anciano que deambula por las calles. Al hablarles, observe sus facciones, sonrisa, labios, gestos, movimientos y estará dando el gran paso para poner todo a un lado y centrarse solo en quien le habla. Cuan feliz será esa persona hoy, haciéndole sentir importante. Notará cuando escucha que sus sentimientos se mezclan y hasta podrá sentir sus alegrías o sus tristezas. En ese momento le está permitiendo se desahogue, está brindándole consuelo, aceptación, quizás necesite un consejo, una palabra de aliento, motivación, ánimo. No olvide que debe ser sabio al responder, para que no rompa el puente de la comunicación, que sus respuestas sean positivas, si no sabe que decir o va a derrumbarle con su palabra... mejor calla. El silencio dice más que una palabra. Que las mismas sean dichas para transmitir seguridad; a veces es suficiente decir.. si, comprendo.
Dice Pablo Neruda: "quiero que mis palabras digan lo que yo quiero que digan y que tu las oigas como yo quiero que las oigas". Que grande es eso. No solo oigas, pues oír es sentir que las palabras como una ametradora entran por tus oídos y asi mismo salen, sin captar la esencia de lo que te dicen, pero podrás ver la diferencia en escuchar. Escuchar es detenerte y prestar atención TANTO A LO QUE DICE COMO A LO QUE NO DICE, es ver el escenario de lo que te comunican, sintiéndote participe de el; Si quieres ver, aprende a actuar. Decía Heinz Van Foerster, aumenta la autoestima de tu abuelo, de tu padre, de tu tío, de tu amigo, dale un apretón de hombros y entenderán que los has comprendido.
autora raquel demorizi l.
LIC. RAQUEL DEMORIZI L.NOTA: SE PERMITE LA REPRODUCCION PARCIAL O TOTAL , SIEMPRE Y CUANDO SE CITE LA FUENTE Y/O EL NOMBRE DE SU AUTORA
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