SALUD
La vejez es parte de la vida, aunque eso no significa que sea una etapa sencilla. Con la llegada de la ancianidad viene una serie de cambios físicos, y con ellos la posibilidad de enfrentar una enfermedad muchas veces ignorada: demencia senil, que además está relacionada con el Alzheimer.
El envejecimiento es uno de los procesos naturales que más dramáticamente impactan a hombres y mujeres. Afecta a las personas no sólo por la cercanía con la muerte sino por las modificaciones fisiológicas que el efecto del tiempo acarrea a la salud. Al llegar a la tercera edad el ser humano comienza a experimentar un declive en la mayor parte de las funciones corporales. Se presentan deterioros inevitables en el organismo y la apariencia externa muestra las huellas de la falta de antioxidantes (encargados de mantener la renovación celular hasta mediados de los 30 años). Este tipo de cambios se clasifica en dos principales ramas: la fisiológica, que se refiere a todo desgaste físico que hay en el cuerpo, y la psicológica que nos habla de las transformaciones de personalidad y contacto social.
Precisamente en el área psicológica podemos encontrar casos (cada vez más frecuentes) de demencia senil, un padecimiento caracterizado por síntomas como pérdida de la memoria, problemas motores y alteraciones en la forma de interactuar con los demás; todos ellos originados por daños en el sistema neuronal surgidos en promedio a partir de los 60 años.
Anteriormente la aparición de los signos propios de la demencia senil eran catalogados como una ‘fase natural’ de la ancianidad. Así, durante décadas expresiones como “se le va el avión”, “ya está viejo y no sabe lo que hace” y otras similares han sido empleadas con resignación cuando un anciano parece perder el control sobre su mente y cuerpo. Sin embargo, está demostrado que es una patología y por tanto existen métodos de diagnóstico, prevención y tratamiento que ayudan a mejorar sustancialmente la calidad de vida de quienes la padecen.
DEMENCIA + ALZHEIMER
Médicos especialistas han logrado identificar diversos factores determinantes en la aparición de la demencia senil: la alimentación, el estilo de vida y hasta el medio ambiente. Esta enfermedad perturba aspectos físicos como el control de los esfínteres, problemas motores (dificultad de movimiento) y aumento de estrés. A esa lista se unen varios efectos psicológicos y sociales, pues frecuentemente nacen conflictos con los miembros de la familia debido a la pérdida de la memoria a corto y largo plazo y los cambios drásticos en la personalidad (nerviosismo, apatía, agresividad, sensibilidad, bipolaridad y dificultades para concentrarse en tareas de rutina como el simple aseo personal).
Según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) hasta 2010 cerca del 40 por ciento de la población mayor a 60 años mostraba algún síntoma de este padecimiento, cifra que aumenta con el paso de los años de manera correlacional hasta alcanzar un 50 por ciento de los 70 a los 80 años.
Por si fuera poco, la demencia senil a menudo va de la mano de otra afección mental: el Alzheimer, que igualmente se caracteriza por la pérdida progresiva de la memoria a corto y mediano plazo. El Alzheimer se ha identificado como un componente externo al organismo que perjudica la zona neuronal encargada de regular la memoria en todos sus plazos; por ello impacta al sujeto de manera dramática al provocar que olvide nombres de familiares, amigos, sus propias experiencias y hasta funciones básicas de su cuerpo como comer y respirar.
Dada la naturaleza de la demencia senil y del Alzheimer se han hecho estudios en todo el mundo que demuestran su relación en un gran número de casos. En México casi un 70 por ciento de los pacientes sufren ambas enfermedades, por lo que resulta importante tratarlas en conjunto. Cabe decir que no se cuenta con estadísticas específicas de los pacientes que tienen Alzheimer sin demencia senil, aunque se estima que para los 65 años casi el 30 por ciento de la población ya registra algún síntoma de dicho padecimiento; esto refleja la relevancia de establecer diagnósticos tomando en cuenta las dos enfermedades.
¿HAY REMEDIO?

Actualmente se trabaja también en el desarrollo de una vacuna efectiva contra el nacimiento del Alzheimer, si bien ya existen algunos tratamientos que ayudan a disminuir sus malestares de manera sustancial para mejorar el entorno del afectado.
Es fundamental acudir al médico ante los primeros síntomas de cualquiera de los dos padecimientos. Casi siempre se cuenta con alguna opción que puede favorecer la salud e incluso hay terapias para instruir a la familia y amigos del paciente en el correcto manejo de estas enfermedades. Asimismo es usual que se recomiende la realización de diversas actividades como la resolución de rompecabezas y juegos que involucren la facultad de retención de información y las habilidades de lógica y cálculo, entre otras ocupaciones terapéuticas que los especialistas sugieren de acuerdo a cada caso.
Un error común en los familiares quienes presentan indicios de demencia senil o Alzheimer es ignorar la presencia de un problema o dar por sentado que el anciano “sólo está chocheando”. La evasión sólo aumenta el riesgo de que el deterioro neuronal sea irremediable.
Como en casi todo lo referente a la salud, la forma de prevenir la aparición de estas enfermedades es cuidar el estilo de vida, procurando tener hábitos saludables desde la infancia (incluyendo ejercicio regular y una alimentación balanceada), aumentar las precauciones a medida que avanza por la adultez, y acudir a revisiones médicas periódicas, sobre todo conforme se acerca la tercera edad. Sólo así conseguiremos disfrutar la existencia a plenitud.
Correo-e: riturriaga@elsiglodetorreon.com.mx
Fuentes: Médico General y especialista en Geriatría Samuel Aguilar; conteo 2010 sobre enfermedades progresivas a nivel nacional de la clínica 16 del IMSS en Torreón; área de programas sociales del DIF Torreón.
Fuente: http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/658506.html
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