
Los envejecientes, tanto hombres como mujeres luego de hacer concluido la enorme y grandiosa valor de parir y criar, cuando sus fuerzas están finalmente agotadas por el batallar intenso de sus vidas, están aun dispuestos para recomenzar y aun echarse encima la responsabilidad de iniciar la crianza de los nietos, de volver a doblar sus espaldas bajo el peso de sus cuerpos y en lugar de reposar en esta etapa de cansancio natural, vuelven a lavar pañales y a trasnocharse por el proceso de asumir nuevamente la responsabilidad invalorable abable de criar.
Pero lo que realmente no tiene precio es con el amor incondicional que realizan estas labores aunque sus edades les pongan limitaciones y sus dolencias les hagan la tarea mas pesada. Los envejecientes quieren sus nietos y aunque la labor les sea muy difícil y a veces tengan que privarse de su bocado alimenticio para dárselos a ellos y privarse de comprarse una ropita y aun peor sus medicinas, no les importa, porque son felices con ellos.
Esas criaturas, aunque sean malcriados y desobedientes, les dan felicidad y alegría porque así es el amor genuino, amor tolerante.
Aunque deseen llorar porque la vida se les hace poco llevadera... sonríen.
Son muy mal pagados los abuelos, no les valoramos tanta abnegación y les exigimos por encima de sus capacidades. Los tenemos sin consideracion como niñeras, se desvelan por unos niños que no son de ellos pues en cualquier momento luego que crecen, sus padres se los llevan sin importar que desgarran un corazón.
Somos regularmente muy injustos con ellos, les utilizamos cuando nos conviene y después reclamamos los derechos como padres arrancándolos de su lado cuando la tarea es menor y cuando los mismos niños nos ayudan en la casa a sobrevivir, porque ya han alcanzado la edad que en lugar de los padres servirles ellos le sirven a los padres.
Debemos de tener un corazón mas noble ante los viejitos que dan todo por sus nietos y no interrumpir ese lazo de tanto amor que los une bajo toda tormenta. Lazo de amor que les imparte nueva vida.
autora: Raquel Demorizi L.
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