Ayer murió el otoño, ese amigo y compañero que constante cada año gozoso me abraza. Se fue para volver de nuevo, renovado y fresco. Me dejó sus frutos, sus aromas, me donó sus encantos; me dejó sus melancólicas imágenes llenas de poesía. Me avivó los sueños y esperanzas, me revolvió los anhelos inconclusos y me dio paz para ensoñarme más a mí mismo, al son de sus arrullos y las recónditas melodías que trajo a mi ánima en sus vientos. Y me acurruqué entre sus hojas secas, húmedas de belleza y frescas por su infinita calma para mis viejas y quebradas remembranzas.
Ayer murió el otoño, no me queda más que esperarle a su vuelta el año próximo.
Ayer murió el otoño, hoy ya mi alma está en invierno... yo, que soy poeta de esperanzas y de constantes sueños pendulares, que aguardan los otoños para fructificar.
NOTA: SE PERMITE LA REPRODUCCIÓN PARCIAL O TOTAL , SIEMPRE Y CUANDO SE CITE LA FUENTE Y/O EL NOMBRE DE SU AUTORA
fuente: tomado de un correo que me envió mi amigo Eduardo Gautreau De Windt, el cual presumo es el autor del escrito
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