Las enfermedades cardiovasculares constituyen la principal causa de muerte de seres humanos en todo el mundo, superando claramente a otros flagelos conocidos tales como los distintos tipos de cáncer, los accidentes de tránsito, etc.
De allí que resulta de gran importancia conocer una serie de circunstancias que aparecen en el entorno de estas enfermedades, que resultan causantes o cuanto menos predisponentes de las mismas, y que se agrupan bajo la denominación de "Factores de Riesgo", y que podríamos definirlos como las condiciones que hacen que una persona sea más propensa a sufrir un evento cardiovascular. Ciertamente cuando se presentan dos o más de estos factores en forma simultánea, las posibilidades de sufrir un evento son mayores.
Los Factores de Riesgo son los siguientes:
1.- Herencia: no se puede afirmar que estas afecciones se transmitan necesariamente a toda la descendencia de los enfermos, pero sí que hay una tendencia a que dentro de un grupo familiar donde hay uno o más cardíacos, pueda haber otros miembros que también lo sean. Por ello, los hijos de cardiópatas deben extremar sus cuidados y controles médicos periódicos.
2.- Sexo: en general las afecciones cardiovasculares son más frecuentes en los hombres que en las mujeres, aunque debe señalarse que éstas últimas aumentan su riesgo luego de la menopausia como consecuencia de la disminución de hormonas estrogénicas que, de alguna manera, constituyen una "protección" miocárdica.
3.- Edad: la edad "de riesgo" comienza luego de los cuarenta años en los varones y luego de la menopausia en las mujeres.
4.- Obesidad: el exceso de peso corporal, desorden alimentario muy común en nuestra sociedad occidental, que además suele ir acompañado de otros factores que luego analizaremos, determina una sobrecarga del trabajo cardíaco, que a la larga lleva a su deterioro o claudicación grave. De allí la indicación de mantener una correcta alimentación como una forma más de proteger el corazón.
5.- Sedentarismo: podríamos definirlo como la falta de actividad física, o la tendencia a permanecer casi todo el tiempo en quietud, tanto en el trabajo, o en el estudio, o en el hogar. El ejercicio es muy importante para el corazón y la circulación de la sangre. Debe estar programado para cada individuo conforme a sus capacidades y a las necesidades de cada uno, ya que la actividad física sin control puede llegar a ser perjudicial o al menos peligrosa.
6.- Estrés: las alteraciones emocionales, angustias, ansiedades, preocupaciones, temores y otras perturbaciones similares, por las más variadas causas (laborales, económicas, afectivas, familiares, etc.) constituyen un verdadero flagelo de nuestros días, con fuerte incidencia sobre la aparición o el agravamiento de las enfermedades cardiovasculares.
7.- Hipertensión arterial: esta enfermedad, de enorme difusión en el mundo, se caracteriza por la elevación de las cifras de presión arterial por encima de lo considerado normal, que para un adulto tipo es de 130 mm de sistólica o "máxima" y 80 mm de diastólica o "mínima". Es imprescindible que toda persona controle periódicamente su presión arterial pues en muchas ocasiones suele estar elevada hasta niveles de riesgo sin que se perciba ningún síntoma.
8.- Diabetes: afecta aproximadamente al 10 % de la población mundial, lo cual justificaría destinarle un artículo para ella sola, pero por ahora basta con decir que, a través del daño que pruduce en las arterias y que tiene un carácter progresivo e irreversible, determina -entre otras- la temida enfermedad coronaria (precursora de infarto cardíaco), y contribuye también en la arterioesclerosis cerebral . Sus efectos sobre la circulación periférica (miembros inferiores) no son motivo de esta nota.
9.- Dislipemia: es la elevación del nivel de las grasas de la sangre siendo las más notorias la del colesterol y los triglicéridos. El incremento de estas sustancias tiene mucho que ver con el tipo de alimentación o con alteraciones del metabolismo que se dan secundariamente a otras enfermedades (como las afecciones de tiroides) o en ciertos estados de la vida como por ejemplo en la menopausia. El exceso de colesterol en sangre actúa nocivamente por su depósito en las paredes de las arterias, de modo similar a lo que ocurre con el “sarro” de las cañerías, y que determina una disminución de la circulación sanguínea y del aporte de oxígeno tan vital para determinados tejidos, tales como el músculo cardíaco o el cerebro.
10.- Tabaquismo: su papel como factor de riesgo cardiovascular está dado por el efecto vasoconstrictor de la nicotina, es decir su acción de "cerrar" las arterias, lo cual disminuye el aporte de sangre y consecuentemente de oxígeno a tejidos vitales, situación que en algunas personas se suma a la descripta en el punto anterior con lo que se configura un panorama de mayor gravedad. No vamos a desarrollar aquí, por no ser tema de este trabajo, la acción cancerígena pulmonar atribuible al tabaco.
El conocimiento de los factores precedentemente descriptos es de suma importancia para la prevención de las enfermedades cardiovasculares, pues si bien es cierto que algunos de ellos son inmodificables (los tres primeros de la nómina), los otros son absolutamente manejables por las personas que se propongan seriamente cuidar su salud: dejar de fumar, hacer ejercicios físicos, reducir el peso corporal, controlar adecuadamente la presión arterial, el colesterol o la diabetes (quienes la tengan), "combatir" el estrés mediante más tiempo dedicado a actividades recreativas, y no olvidar la conveniencia de la consulta médica periódica.
De esta manera se pueden adoptar actitudes positivas de prevención frente a la más grande amenaza que se cierne sobre nuestras vidas: las enfermedades cardiovasculares.
* Autor: Felipe de Urca
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